Muriendo en soledad

Sentí la opresión de la pequeña ciudad, sentí el dolor de las minorias y me quedé callada. Ahora no sé qué precio khármico tendré que pagar, no sé qué nuevo obstáculo "místico" o alienígena venga a mi reino. Seguramente me devastaré por unos segundos y no me quedará más opción que seguir en mi lucha ingenua por la libertad mental. ¿Se han puesto a pensar que todo es mental? sólo que a veces la mente misma necesita una garganta y la garganta una boca y la boca no para de gritar. Aunque para ellos no exista mayor placer que escuchar los gemidos oprimidos, suplicantes, melancólicos, por eso he de preferir el rotundo silencio acorazado. Aquí dentro sabré mi sonido, mi cántico es mucha música para los salvajes. No nos quedará otra salida, pagaremos el precio de la conciencia conciente, nos duele el bolsillo... estamos en bancarota de sueños. Allá ellos que no miran el aparente desinterés colectivo, allá su gratuidad post moderna y sus ofertas inalculables con precios ridículamente baratos. Sólo quisiera observar a distancia la crisis económica cuando el crédito de la vida les rinda cuentas. Porque he aprendido que nada es gratis, ni si quiera la ignorancia funcional o autojustificada. Habrá de ser como es, una raza más entre millones de razas, la evolución llegará a su climax y el caos dominará. No lloren al pasar de los años cuando todo se haya derrumbado, no lloren los inteligentes, no lloren los intelectuales, no lloren los que ignoran y los que nunca pudieron tener. No lloremos... que nos hemos pasado toda una vida llorando, perdiéndolo todo en nuestras narices y sin hacer nada. 

Todo lo contrario, ésta es una guerra casi ganada, tal vez no de manera intencional pero sí muy sentida. Ahí no hay triunfos, ni derrotas, ni amor o desamor. La muerte no nos alcanza para solucionar toda la tragedia.